domingo, 16 de noviembre de 2014

Chaos.

Él, mirando por la ventana la esquina perfecta, observando las nubes, descubriendo nuevas formas en un cielo huracanado.
Un carro avanzando por las calles mojadas, el conductor silbando con una media sonrisa.
Los ojos de la niña de cinco años que se eleva encima de un globo aerostático.
El policía que vuelve de casa de su amante con la sensación de que el aire le quema poco a poco los pulmones.
La mujer del tiempo que empieza a dudar de su propia meteorología.
El adolescente que se hunde sin prisa en las arenas movedizas.
La mujer del sombrero rojo que se aleja del lugar del crimen.
Las huellas del perro de la vecina del quinto.
El chófer que se dejó las llaves del coche en la guantera.
El bombero que se quemó con su mechero, mientras encendía su último cigarro.
El tren de las nueve dejando atrás Madrid.
Los relojes parándose de un segundo para otro.
El piano de cola que tiraron por la ventana, y todavía sigue en la calle.
El actor del café con zapatillas de ir por casa, y los ojos llorosos.
Las pastillas que escondías en la mesita de noche, y que nunca dejaste de tomar.
Las miradas que nunca debieron existir.
Los momentos cruciales.
Las balas perdidas.
El humo condensado en 10 metros cuadrados de una vida sin ventanas.
El calor del invierno.
Y todo lo que no pude contar en mi biografía.




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