martes, 25 de junio de 2013

Mayfly.

Y de pronto vuelves, y la ciudad es sólo nuestra, y podríamos correr a contraluz por callejones imposibles y saber que nada podria haber sido de otra manera. Habías vuelto a ser la de antes, o eso parecía, y eso era suficiente, era todo, no era nada.
Y te giras, apoyada en la fuente, y dices que este sería un buen lugar para escribir una novela. Congelo el momento y te imagino escribiendo allí mismo tus historias, tus fantasmas.
Y el agua se vuelve clara después de lanzar unas monedas deseando cosas imposibles, y algo en la forma en que pestañeas te hace invencible, y tienes la eternidad en la punta de tus dedos, y aquello que deberíamos estar dibujando con nuestras formas de vida...
Pero estás lejos, vuelves, quiero abrazarte y lo hago, con los pies llenos de arena, y tú sonríes, y espero que ellos den lo mismo que yo daría por ti, por tenerte a mi lado como aquella tarde, y entenderte, y saber que me entiendes, y que no te escapas de ti misma, que nunca has vuelto porque nunca te fuiste de verdad.
Y puedo cerrar los ojos y tener la certeza de que si cayera, estarías a mi lado, y te quedarías las noches que hicieran falta. Porque todavía nos queda tiempo, y porque todavía no te he dado las gracias por seguir siendo la misma de siempre.

miércoles, 5 de junio de 2013

You are golden.

"Para elaborar el color azul, recorta un pedazo de este cielo de agosto y sumérgelo unos minutos en un vaso de agua de mar.
Guárdame dentro.
Naranjas, rojos y violetas te los regalarán el amanecer y el ocaso, si sabes cómo sonreírles, cómo mirar las nubes y, por un momento, saber que nada podría haber sido de otra manera.
Si necesitas el verde, no pidas nada a los árboles que ahora te rodean, arranca el manojo de hierbas sobre el que tu pelo haya estado acostado antes.
Y el dorado que iluminará el resto de tus días, recógelo cuidadosamente, frágil, de la felicidad de este momento.
Porque el tiempo pasa  rápido, y sólo tienes este instante para descubrir el mundo entre tus manos, cuando, despacio y sin miedo, agarras el pincel."

lunes, 3 de junio de 2013

Només paraules.

En un petit quadern que tens sobre els genolls
escrius com si les teues paraules,
com si tot el que escrius, amb una lletra breu,
fins i tot acurada,
anara a necessitar-ho alguna persona, urgentment,
abans de tirar-se el grapat d’aigua matinal a la cara
i sortir al carrer:
com si depengués de tu, d’açò que escrius,
molt lent, amb tant d’amor,
la salvació d’una persona.
Si no escrigueres ara no podries dormir,
i potser la consciència, insomne, t’acusaria.
No saps per a qui escrius, per què escrius.
Una sintaxi elemental, unes paraules clares.
Recolzes el quadern als teus genolls
i tenaçment escrius al teu llit revoltat.
De sobte no podries dormir si no escrigueres,
una darrera l’altra, unes poques paraules.
Paraules per a ningú; és a dir, paraules per a tothom.
Qui sap? Ningú no sap res de res, res.
Després del seu treball diari, un home escriu
amb una lletra lenta, petita, clara, amarga.

VICENT ANDRÉS ESTELLÉS

Swan lake.

Cae.
En medio de la  habitación que no debería haber existido nunca, se acurruca; la cabeza sobre sus rodillas huecas.
Dulce muñeco de piernas torcidas...
Te has convertido en el desorden que nadie merece ordenar.

Se va.
Delante de él, los cisnes se pierden, y la bailarina de ballet no vuelve a bailar nunca.
El vuelo de algún pájaro muerto todavía se refleja sobre el lago.
A media voz, repite las notas de la triste canción que todos olvidaron.

Eras la casa blanca de la orilla, con el balcón abierto, el perfume de azahar, las sábanas viejas... Ahora eres la misma, pero rota. 
Eres el rey de tu reino en ruinas.

Por un momento, sus ojos vuelven a brillar como aquel día, pero ya es tarde.
El reloj nunca se para, aunque la vida no siempre sigue.
Aunque decir que está bien y agachar la mirada ya no sirva de nada.
Aunque, sin saberlo, por la ventana ya habían escapado las palabras que le quedaban por decir.

Y en un suspiro, se fueron las estrellas que esperaban tener su nombre.
Las canciones tristes, las lágrimas en los ojos.
Los acordes que algún día le definirían.

Los amaneceres que le quedaban, los bailes lentos.
Las veces que dijo estoy bien y no lo estaba.
Las cartas que no habían llegado, los libros que todavía no había escrito.

Y muere.
Como mueren las cosas imposibles, como acaban los sueños que nunca llegan.