sábado, 22 de noviembre de 2014

The dispensability of life.



Ian Richardson | Tumblr
cracksEmpiezo a sospechar que estoy muerto.
Voy caminando y me atropella un coche al cruzar la calle. Y no pasa nada.
Intento cantar la canción que siempre canto cuando me quedo sin aliento. Y no me sale la voz.
Pido ayuda a gritos, corro, levanto los brazos. 

Empiezo a sospechar que me estoy volviendo loco.
Huyo constantemente del lugar que ocupo, pero siempre vuelvo a él, y nunca a mí mismo.
El viento me atraviesa cuando me asomo a la proa de este barco que siempre se hunde.
Ya no pido ayuda a gritos, ya no corro, ya no levanto los brazos.


jueves, 20 de noviembre de 2014

Murphy.

"Soñé que volvías durante mucho tiempo.
Me despertaba cada noche, esperando verte aparecer entre una nube de polvo. Con tu chaqueta color camel y la eternidad del universo reflejada en tus pupilas.
Alguna vez creí haberte visto entre los campos de maíz, silbando, andando sin prisa, pensando en otras cosas, como siempre.
Y no era fácil. Esperar, esperar, siempre esperar.
Había días en los que pasaba horas en nuestro cuarto intentando hacer que volvieras. Te llamé en todos los idiomas posibles. Miraba a las estrellas y me inventaba el punto en el cielo en el que te encontrabas, sólo para tranquilizarme, para saber, sin que tú me lo dijeras, que estabas bien, que eras feliz, que volverías.
Otras veces te odiaba.
Llegué a maldecir todas tus cosas.
Te odié por decirme que no existían los fantasmas, por no tener nunca paciencia. 
Pense que sólo alguien realmente malvado sería capaz de ponerme el nombre de algo malo. La maldita ley de Murphy.
El paso de los días sin saber nada de ti, me enfurecía, me enervaba, me entristecía. Me hacía imaginarte allí arriba, terriblemente solo, flotando hacia ninguna parte.
La vida sin ti ya no tenía sentido.
Te necesitaba más que nunca.
Y tú no llegabas"
Interstellar Is the Best and Worst Space Opera You'll Ever See

domingo, 16 de noviembre de 2014

Axolotl.

Esos ojos.
No sé porqué.
Me mantienen alerta, cautivado, hipnotizado.
Como la mirada del axolotl, como las erres afrancesadas que fluyen en esa entrevista.
Y entiendo que te quedaras paralizado frente a ese acuario una y otra vez, yo también lo hubiera hecho.
Sientes que todo lo que escribes, ya está escrito. Que el cuento es cuento ya. Sólo faltan las palabras. La tinta que define quienes somos, como somos.
Saltas de un lado al otro, tocándolo todo y nada, nada y todo.
Y a mi me gustaría entrar por un momento en esa mente. Poder estar ahí y verlo todo por primera vez. Observar la vida como si estuviera leyendo un cuento, uno de esos cuentos que te atrapan, imposibles de comprender por la imposibilidad de la realidad que quieres ver pero tus ojos no te permiten.
Fluyendo como por un acuario, sin saber que eso es la vida, agua. Y sentirme en ninguna parte.
Sentir esos ojos, y esa mirada, y la fuerza de las cosas susceptibles, y la veracidad de las palabras de la que nadie dudará.
Humo.

Chaos.

Él, mirando por la ventana la esquina perfecta, observando las nubes, descubriendo nuevas formas en un cielo huracanado.
Un carro avanzando por las calles mojadas, el conductor silbando con una media sonrisa.
Los ojos de la niña de cinco años que se eleva encima de un globo aerostático.
El policía que vuelve de casa de su amante con la sensación de que el aire le quema poco a poco los pulmones.
La mujer del tiempo que empieza a dudar de su propia meteorología.
El adolescente que se hunde sin prisa en las arenas movedizas.
La mujer del sombrero rojo que se aleja del lugar del crimen.
Las huellas del perro de la vecina del quinto.
El chófer que se dejó las llaves del coche en la guantera.
El bombero que se quemó con su mechero, mientras encendía su último cigarro.
El tren de las nueve dejando atrás Madrid.
Los relojes parándose de un segundo para otro.
El piano de cola que tiraron por la ventana, y todavía sigue en la calle.
El actor del café con zapatillas de ir por casa, y los ojos llorosos.
Las pastillas que escondías en la mesita de noche, y que nunca dejaste de tomar.
Las miradas que nunca debieron existir.
Los momentos cruciales.
Las balas perdidas.
El humo condensado en 10 metros cuadrados de una vida sin ventanas.
El calor del invierno.
Y todo lo que no pude contar en mi biografía.




sábado, 15 de noviembre de 2014

Writing, breaking, raining.

Escuchas canciones de Sabina, y quieres escribir, correr, volver.
De vez en cuando te rompes en dos, como se rompen los versos, los papeles. Como rompen las olas.
Vuelves a ti cuando todo ha pasado, y llueves, y sonríes,
Y la lluvia siempre te ha gustado más que el Sol.
Y sin tu sonrisa, ¿como se encendería el mundo?
Escribes cualquier cosa en un papel desgastado, y sientes la vida en tus manos, enredándose entre tus dedos y tu pelo.
Yo, que nunca tuve nada que hacer cuando ya lo había hecho todo, me dedicaba a seguir tu sombra de vez en cuando. Como quién sigue la luz, las huellas, la estrella Polar.
Llevas el Norte contigo, y vives subiendo y bajando, riendo y llorando, viviendo y muriendo.
Y yo de vez en cuando me siento capaz de escribir poesía, y sé que no sé, y sé que todos mis versos los escribió alguien antes.
Pero es que, la vida va y viene, y sigue y gira, y nadie parece notar este vaivén impredecible, que siempre me lleva cerca del mar, y lejos, siempre lejos, de mí mismo.
Porque el tiempo se escapa, como tú, como yo.
Y las cosas rotas se reparan, o se recomponen.
Y las palabras se me enredan entre los nudillos y buscan apenas un lugar del papel donde tener sentido.
Pero me rindo.
Yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.

martes, 11 de noviembre de 2014

Gone, gone, gone.

"Despierto.
Aunque es demasiado pronto para abrir las persianas y empezar el día, lo cierto es que el día ya ha empezado.
Porque sé que tú, al otro lado de la cama, cubierta con la sábana hasta los ojos también estás despierta, pensando en todo.
Me pregunto qué pasará si te vas, si cada mañana al despertar no puedo ver cómo das los buenos días al mundo.
Tengo la impresión de que va a llover cien días cuando por fin te vayas.

Te levantarás sin prisa, tomarás el desayuno con ese ritual tan tuyo, y acabarás con todo.
No tengo ninguna duda de que lo harás fácil, como cuando tomas el Sol, te hartas de los rayos que te golpean las pupilas, y te marchas enfadada.
Ya te imagino. Sentada en esa silla que, aunque nadie lo ve, lleva tu nombre, escribiendo nuestra historia, nuestro final.
Me imagino a mí, muchos años después, borrando de mi versión de la historia todas las cosas que, aunque no te dije, siempre pensé.
Y me imagino porque sé que lo haré, siempre lo hago.
Borraré todos los porqués, todos los gritos, tal vez borre el final. Y sólo así quedará como si no hubiera pasado nada.
Como si sólo los recuerdos de los días soleados nos pudieran ayudar a reconstruirlo todo.
Como si esta mañana no hubiera existido nunca.
Como si no te hubieras ido."

lunes, 3 de noviembre de 2014

Evergreen.

Caminas descalzo, pisando las ramas rotas de los árboles, entre un desastre de pinos.
El cielo gris, tu jersey manchado, tus botas desgastadas, pero tus pasos firmes, siempre firmes.
Supongo que desde allí ya oyes aquella melodía de piano.
Inevitable.
Metiéndose dentro de todas tus cosas, inundándolas de ese vacío, llenándolas de esa niebla que cubre las historias que nunca acaban bien.
Abres tus dedos intentando hacerte grande, más grande, mucho más grande, para ganarte un lugar en ese mundo tuyo. Pero tus manos no lo consiguen.
Sientes los latidos, acelerar, desesperar, amenazar.
Se te eriza la piel.
Notas como el frío te recorre la espalda.
Cierras los ojos.
Y es como una primera vez.


Sabes que estás aquí, abrirás los ojos y él estará tocando el piano.
Y olvidarás que hace un segundo eras tú el que estaba ahí, dejando llevar tus dedos por un sin fin de teclas siempre tristes.
Y olvidarás la mirada perdida de la única persona en la última fila.
Y olvidarás la canción que cantabas siempre al volver a casa.
Y olvidarás la melancolía.

Te iras sin prisa, sin huir, sin arrastrar los pies, sin notar el peso de toda una vida a cada paso, sin quedarte sin aliento, sin intención de irte lejos, sin ganas de volver a la nostalgia de los últimos días, sin fuerzas para cambiar el mundo, sin la sonrisa de otros tiempos, sin brillo en las pupilas, sin tararear, sin pensar en nada.
Te iras como viniste.

Y dejarás las ramas rotas, entre un desastre de pinos.
Y tus pasos seguirán ahí.
Y tus huellas permanecerán en el piano, en cada tecla.
Pero tu ya no estarás.


sábado, 1 de noviembre de 2014

Eucalyptus.

"Apuesto a que tú también estabas harto de las luces intermitentes que impactaban en tus ojos de un momento para otro y de aquel humo que salía del escenario anunciando la llegada de alguna cosa sobrenatural que nunca llegaba.
Entonces, la vida eran solo calles. Y sin darnos cuenta, acabamos uno al lado del otro, en una barra que parecía no terminar nunca. Tú y yo.
Tú dijiste que no creías que fuera casualidad y yo decidí irme contigo, donde fuera.
El mundo a tu lado olía a eucalipto, y a tierra mojada.

Nos volvimos a encontrar en un autobús cualquiera, un domingo que no tenía nada más que hacer que ir en bus para mirar la ciudad desde los ojos de quien necesita observar algo por primera vez para descubrir una parte de si mismo que hace demasiado tiempo que creía olvidada.
Te encontré protestando por la incomodidad de los asientos y supe que en realidad no eran los asientos los que no te dejaban respirar tranquilo.
Tus ojos habían oscurecido y tu voz ya no sonaba igual.
Encontrarme contigo era dar la bienvenida a una despedida.

Años después me paraste por la calle mientras iba hacia el trabajo.
Dijiste que querías enseñarme algo, y te seguí.
Hasta entonces no había definido lo que era estar a tu lado.
Y decidí que quería quedarme allí.
Descubrí tu obra maestra. Tu gota fría. Tu tarro de sal. Tu jardín de lluvia.
Tu huracán de frases inacabadas. Tu invierno de sol y melancolía. Tus tardes recogiendo mañanas. Tus mañanas pintando, escribiendo, escapando. Tu fragilidad indestructible. Tus olas. Tu universo de pájaros migrando a ningún sitio. Tus misterios. Tu letra. Tu ir y volver. Tus montañas de polvo. Tu acidez de cítrico tropical. Tu verano de cal y sueños rotos. Tu voz de subsuelo. Tu volatilidad.

Todavía recuerdo cuando me susurraste aquella canción en el oído, y de repente, nos convertimos en un revoloteo de sueños entre sábanas, y desordenamos nuestras vidas, y tejimos las heridas que nunca nos hicimos con hilo de plomo.

Una mañana de agosto, buscando conchas en una playa perdida y azotada por los vientos y la constante reverberación de las olas, quise decirte que me hubiera gustado morir a tu lado, en aquel preciso momento, y no lo hice.
Dos horas después me reduciste a espuma mientras nos bañábamos en el mar. Y quise saber el truco. Pero tú nunca me lo dijiste. Escondiste el arma entre tus dedos, y me sumergiste hasta el fondo.
En mis labios todavía guardo el sabor a sal.

Ahora, tienes el aspecto de un náufrago, pero en tus ojos todavía queda magia.
Uno por uno, van pasando ante nosotros todas las palabras que nos dijimos.
Por un momento, te veo levantando la ceja, riendo a carcajadas, moviendo frenéticamente los dedos de los pies al despertar...
Me ha parecido un buen final"