domingo, 16 de noviembre de 2014

Axolotl.

Esos ojos.
No sé porqué.
Me mantienen alerta, cautivado, hipnotizado.
Como la mirada del axolotl, como las erres afrancesadas que fluyen en esa entrevista.
Y entiendo que te quedaras paralizado frente a ese acuario una y otra vez, yo también lo hubiera hecho.
Sientes que todo lo que escribes, ya está escrito. Que el cuento es cuento ya. Sólo faltan las palabras. La tinta que define quienes somos, como somos.
Saltas de un lado al otro, tocándolo todo y nada, nada y todo.
Y a mi me gustaría entrar por un momento en esa mente. Poder estar ahí y verlo todo por primera vez. Observar la vida como si estuviera leyendo un cuento, uno de esos cuentos que te atrapan, imposibles de comprender por la imposibilidad de la realidad que quieres ver pero tus ojos no te permiten.
Fluyendo como por un acuario, sin saber que eso es la vida, agua. Y sentirme en ninguna parte.
Sentir esos ojos, y esa mirada, y la fuerza de las cosas susceptibles, y la veracidad de las palabras de la que nadie dudará.
Humo.

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