Llegó el final, y parecía que todo se acabara con nosotros, hasta las calles por las que caminábamos cuando tú nunca decías nada.
Vi
rencor en tus ojos, al pasar por el mismo sitio de siempre, pero estaba
débil, desesperado. No podía empezar la guerra que tú querías.
Viniste
de tocar las estrellas y susurraste que nadie podría saber todo lo que
habíamos vivido, aunque yo sabía que ni siquiera te importaba.
Desde que te fuiste todo son luces, que avanzan demasiado rápido, y me
dejan a oscuras, sin tu luz, sin palabras que hablen por mí, por
nosotros, por todo lo que dejamos sin terminar.
Escribe por mí, por nosotros, dijiste, pero yo siempre llego tarde.
Ahora sé que hay cosas mucho peores que dos corazones rotos, pero sigo esperándote.
Quién iba a decir que algún día volverías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario