Volver a empezar nunca había sido tan fácil.
Cerrar los ojos y volver a verte en el sitio adecuado, en el momento adecuado, como en un juego.
Sentir por primera vez que el mundo gira, y que giras con él.
Las hojas no caen en aquel rincón de la ciudad, porque estais vosotros, y las gaviotas vuelven.
Encontrar
en tu mente las palabras necesarias para hacerle entender que no hay
nada mejor que sus manos alrededor de las tuyas, que podéis para el
tiempo.
Ver el amanecer en sus ojos y vivir para siempre.
Muchos lo darían todo por entender algo tan simple como esto.
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