Tus ojos mirándome después de abrazarnos y yo sin conseguir decir nada que explique lo importante que eres aquí.
A veces me pregunto cómo pude llegar a tí sin palabras, sin demostrarte nada más que la idea de que iba a quedarme a tu lado para siempre, porque es lo único que he tenido claro desde que te conocí.
Cuando no estás, todo mi mundo habla de tí, del ritmo de tus pasos al caminar, de tu risa, de tu voz...
La imagen de la chica de los ojos amarillos, siempre se queda conmigo.
Sé que hay algo en tu forma de ver el mundo que me ata a tí, que me hace desear atrapar tu sonrisa para verla cada mañana al despertar, pero sé que no es posible.
Te has convertido en el mejor de mis sueños, en el único por el que vale la pena dejarse la piel, aunque yo sea demasiado cobarde para hacerlo.
Ojalá pudiera hacer que te sintieras completa a mi lado, y tu felicidad dejará de depender de la suya.
Supongo que no soy quién para decir que no te merece.
Pero cuando te giras, en tu mirada veo que todavía eres parte de él, y por un momento, moriría para verme reflejado en tus ojos, y que tú no vivieras en los suyos, para siempre.
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