Dejando de lado lo que me aleja de esa estraña ideología. Refugiándome siempre detrás del campo de batalla.
Los sueños se vuelven en pesadillas, cada vez más intensas. Ya no sé que pensar, sigo sin entender nada. Sueño con esa certeza de quien lo sabe todo, con ese miedo a arriesgar demasiado, y con ese temblor inevitable. Y no me veo, no consigo verme con esa nitidez, no consigo seguir mi rastro, tansolo me pierdo en esa historia paranoica de mi muerte.
Vuelvo a preguntarme si nunca cambiaré. Tal vez maduré demasiado pronto, o tal vez lo hice demasiado grande para mí. Me planté un horizonte lejano, un reto inalcanzable. Y ahora me arrepiento, porque hubiera ganado algo. Confianza, tal vez.
Pero ahora no soy nada más que yo. Ese chico del que todos sospechan, esa sombra, esa duda existencial, ese extraño...
Porque me busco y no me encuentro. Y no veo más salida que esconderme.
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