Parece que el viento quiso llevarse el tiempo en el que no podíamos soñar más allá de nuestros ojos.
¿Dónde se han ido aquellas miradas que tanto significaron?
Hace tiempo que aprendí a respirar de mis propias palabras.
Sé que tú las analizas, las comparas y las haces más pequeñas de lo que realmente son, sin darte cuenta del daño que te haces al guardar todas las cosas que quieres decir.
Házlo, no esperes nunca que otro las diga por tí.
Disfruta con el efecto que tienen sobre los demás cuando se den cuenta de la verdad escondida tras ellas.
Vuela, canta, sueña, déjate llevar de una vez.
Bucear no es un riesgo, cuando sabes que siempre llegarás a la superfície.
Al final, te darás cuenta de que la vida no es más que un juego en el que nunca deberías dejarte perder.
Empieza a vivir tal como eres y no dejes de hacerlo nunca.
Siento que dejo de ganarle a la vida cuando me miras, puedo ver como te apagas y como la luz se va.
A veces pienso en dejarlo todo y irme de aquí, donde las rosas blancas nunca florecen y huele a vértigo, a pérdida, a humedad.
No, no me iré, sabes que no podría hacerlo.
Pero no puedo seguir viviendo con el peso de tu miedo a respirar.
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