jueves, 30 de abril de 2015

Lièvre.

A veces despiertas y tienes que convencerte de que existes, que todavía estás, que permaneces.
Tu rutina. Ese lento pasar de días. Hacer reír a alguien para poder reírte tu también.
Si explotaras, teñirías las paredes de amarillo. Pero tienes miedo de una apocalipsis de libertad.
El sol y la felicidad dejaron manchas en tu piel, y no puedes borrar el pasado de tu viva mirada de vidrio, que amenaza con romper todo lo que miras.
Detrás de tu lienzo de hiperactividad, se esconde una timidez sombría. Detrás de cada gesto desmesurado hay un tartamudeo, una mirada hacia el suelo, un suave pero constante temblor en las venas...
Pero las cosas nunca están mal, sólo están muertas.
Y quién sabe? Hoy podría ser el día.
O tal vez no.

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