No hay nieblas, ni laberintos, yo los invento, por si algún día te pierdes y decides venir a encontrarme.
Antes hubiera sido fácil apartar mi mente y dejarlo todo en blanco. Tú podías.
Pero ahora, aquí estamos, el uno frente al otro. Y nada ocurre.
Porque ninguno de los dos podemos hacer que el mundo siga girando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario