martes, 21 de febrero de 2012

Innocence.

No era más que un niño.
Con los brazos abiertos, extendidos hacia un cielo manchado de azul. Con miles de sonrisas que se guardaron dentro de sus pequeños labios mordidos. Con gritos que salieron de ellos como las balas de un viejo corazón herido.
Pero no importó. Es fácil hacer callar a la inocencia.
Las palabras que marcan paredes blancas se guardan dentro de uno. Se absorben, construyen barreras. Y los horizontes de su propia guerra dependen para siempre de ellas.
Están ahí para decir que superaste lo imposible, sin que nadie te lo agradeciese.
Y es que las mejores batallas las ganas contra tí mismo.
Ni siquiera pedía libertad. Mis dedos solo apuntaban el camino de las estrellas.

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1 comentario:

Marina♥ dijo...

"Y es que las mejores batallas las ganas contra tí mismo." Preciosa.