Voz rota, ojos rotos, labios que entonan una lenta catástrofe, no quiero que te mueras, y ser quien quieres ser y no acabar en el que esperan que seas, y ella en el camerino esperando actuar por primera vez, y la madre disparando las paredes de la casa de la playa, el contacto de dos pieles en un coche abandonado y el grito en medio de la noche que ya nadie oirá. La belleza en tu forma de darme la espalda.
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