Voy a beber hasta que no quede nada en mi memoria. Hasta que alguien me despierte y me diga la hora que es. Voy a abrazar a todo lo que me encuentre por delante. Voy a decir lo que siento sin que nada ya me importe.
Y reíre, cómo lo hacía cuando era un niño, con esa vitalidad tan natural y espontánea.
Porque no me importará hacerme daño, será Navidad, y no habrán preocupaciones. Porque aunque no se cumplan todos mis deseos, podré estar con todos ellos, y podré encontrarme a mi tal vez, entre la mejor compañía y las calles iluminadas.

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