No quiero ser el que te escucha cuando no tienes nada que decir.
Puede que a veces no sea nada, que me sueltes la mano y me veas lejos, muy lejos.
No quiero explosiones dentro de mí cuando te vea marchar, ni fuegos artificiales, ni la última despedida en un andén.
Sólo quiero saber que si me giro y no consigo averiguar por qué sigo aquí, te habrás convertido en la única razón para empezar de nuevo.
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