Tú siempre negaste cualquier sentimiento tras esa mirada y te proclamaste independiente de cualquier corazón. Debería haber sabido que mentías antes de dejarte marchar.
Hubiéramos podido mirarnos a los ojos y soñar que escapábamos de esas calles por las que solíamos caminar.
Yo sé que no eres tan fuerte como les haces creer.
Lejos de esa voz insensible con la que hablas, puedo ver como gritas, como tus mejillas se llenan de lágrimas... Nunca quise hacerte llorar.
Tu pelo cae azul sobre tu espalda mientras yo busco la manera de hacer que todo vuelva a ser como antes.
Tú sigue atrapando esas palabras que nunca te has atrevido a decir, hasta que un día consigas pronunciarlas.
Yo estaré ahí para devolverte la voz.